En medio de una creciente preocupación por la seguridad y el bienestar de niñas, niños y adolescentes en la entidad, el delito de corrupción de menores ha registrado un alarmante repunte en Nuevo León durante el 2025. Tan solo en el primer semestre del año, se han abierto 170 carpetas de investigación por este delito, lo que representa un incremento del 41 por ciento en comparación con el mismo periodo del año anterior.
De acuerdo con datos de la Fiscalía General de Justicia del Estado, disponibles desde 2015, este es el peor año en al menos una década para este tipo de delito, que incluye actos como inducir a un menor al consumo de sustancias adictivas, cometer delitos, o provocar trastornos de tipo sexual. Pese a la gravedad del problema, las acciones del Gobierno estatal han sido limitadas y reactivas, sin estrategias preventivas claras o eficaces.

Repunte histórico en corrupción de menores
Las cifras más recientes no solo son preocupantes por su volumen, sino por lo que representan. Mientras entre 2022 y 2024 se habían registrado picos que superaban los 100 casos en los primeros seis meses del año, el 2025 rompió todos los registros, alcanzando las 170 denuncias formales ante las autoridades ministeriales.
Este aumento abrupto en los casos de corrupción de menores pone en evidencia una ausencia de políticas públicas eficaces por parte del Gobierno de Nuevo León. A pesar de que se trata de uno de los delitos más graves contra la infancia, la administración estatal no ha mostrado una estrategia clara para frenar esta tendencia ni ha fortalecido los mecanismos de protección a menores de edad.
Lo que para las autoridades ha sido un dato estadístico más, para las familias representa una pesadilla: niños y adolescentes expuestos a abusos, presionados a consumir drogas, inducidos al delito o manipulados por adultos en situaciones de poder, como entrenadores, maestros o vecinos.
Instructores deportivos, entre los señalados por corrupción de menores
Una de las características más inquietantes de este repunte es que varias de las denuncias presentadas en los últimos meses señalan a instructores deportivos como responsables o participantes en actos de corrupción de menores. Algunos de estos casos ya han derivado en vinculaciones a proceso, aunque la mayoría aún se encuentra en investigación.
La falta de protocolos de supervisión y evaluación dentro de instalaciones deportivas públicas y privadas deja expuestos a niños y jóvenes a situaciones de riesgo. Esta omisión es responsabilidad directa del Estado, que no ha destinado recursos suficientes para fortalecer los sistemas de vigilancia en espacios donde se supone debe existir protección.
Lejos de actuar de manera preventiva, las autoridades estatales han reaccionado únicamente cuando los casos estallan públicamente. No se han implementado filtros de selección rigurosos para quienes trabajan con menores, ni se ha reforzado la presencia institucional en áreas sensibles. El resultado es un entorno vulnerable que, como muestran los datos, se ha salido de control.
Castigos no frenan la tendencia de corrupción de menores
En Nuevo León, la pena por el delito de corrupción de menores puede alcanzar hasta 12 años de prisión. Sin embargo, el número de denuncias y la tendencia al alza evidencian que el castigo por sí solo no está siendo un factor disuasivo.
Esto plantea serias dudas sobre la efectividad del sistema judicial y del aparato gubernamental, que hasta ahora ha sido más reactivo que preventivo. No basta con endurecer las penas si las víctimas siguen desprotegidas, si no hay educación, campañas de sensibilización ni trabajo comunitario sostenido.
Aun con la gravedad del tema, el Gobierno estatal no ha emitido declaraciones contundentes ni ha presentado planes de acción públicos ante el alarmante crecimiento de este delito. La ciudadanía observa con desconfianza una administración más preocupada por la imagen que por atender las verdaderas urgencias sociales.
Lo más lamentable es que en medio de este abandono institucional, las víctimas son menores de edad cuya integridad física y emocional está siendo vulnerada de forma sistemática. La falta de acción gubernamental representa, en sí misma, una forma de complicidad estructural.
Si te interesa conocer más sobre esta situación, lee el siguiente artículo: Nuevo León rompe récord en corrupción de menores tras aumento de casos en junio del 2025