La cadena ABC sorprendió a su audiencia al anunciar la suspensión indefinida del programa Jimmy Kimmel Live! por los comentarios del presentador sobre el asesinato del activista conservador Charlie Kirk. La decisión se dio a conocer poco después de que creciera la controversia en torno a sus palabras, que tocaron fibras sensibles en el debate político de Estados Unidos.
En su monólogo del lunes por la noche, Kimmel criticó a lo que llamó la “pandilla MAGA”, acusándolos de sacar provecho político del crimen. Sus declaraciones no tardaron en generar reacciones, tanto dentro de los medios como en la arena política. La situación escaló al punto de que Disney, propietaria de ABC, optó por congelar el programa.
Mientras tanto, los representantes del presentador no han respondido de inmediato, y el ambiente en torno a esta suspensión se ha vuelto aún más denso. La discusión no se limita al ámbito televisivo, sino que se conecta con el pulso actual de la política estadounidense.

Reacciones Inmediatas En La Política A Comentarios De Jimmy Kimmel
Como era de esperarse, el presidente Donald Trump reaccionó con rapidez. Celebró la decisión de ABC y calificó la suspensión como “una gran noticia para Estados Unidos”. Además, aprovechó para lanzar críticas contra otros presentadores como Jimmy Fallon y Seth Myers, a quienes tildó de “perdedores totales” en NBC.
Trump no dejó pasar la oportunidad para remarcar que los programas nocturnos rivales también padecen bajos índices de audiencia. En su estilo característico, buscó marcar distancia y señalar que los medios finalmente estaban “corrigiendo el rumbo”.
Sin embargo, no todos compartieron ese entusiasmo. Varios líderes demócratas y autoridades estatales alzaron la voz. Gavin Newsom, gobernador de California, calificó la decisión de “comportamiento corrupto” y un acto de censura peligroso. En su visión, la suspensión refleja un intento por controlar la narrativa mediática en favor del Partido Republicano.
El congresista Brad Sherman se sumó a las críticas. Afirmó que se trataba de un uso abusivo del poder federal para silenciar voces incómodas. Incluso señaló a la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) como pieza clave en este entramado. Para Sherman, la Primera Enmienda debería blindar expresiones, incluso si resultan incómodas o equivocadas.
El Papel De La FCC Y Las Cadenas Televisivas
En medio de la tormenta, Brendan Carr, presidente de la FCC nombrado por Trump, declaró que los comentarios de Kimmel eran “la conducta más enfermiza posible”. También advirtió a Disney sobre la necesidad de tomar medidas, insinuando que la licencia de transmisión podría estar en juego si no se corregía el rumbo.
Las declaraciones de Carr generaron aún más polémica, pues muchos vieron sus palabras como una amenaza directa contra la libertad de prensa. Según el funcionario, una disculpa pública del comediante sería “un paso mínimo muy razonable”. Pero más allá de eso, dejó entrever que la presión sobre la cadena no era un asunto menor.
Por otro lado, el gigante mediático Nexstar Media anunció que no emitiría más el programa “en el futuro previsible”. Argumentaron que las palabras de Kimmel fueron ofensivas e insensibles, especialmente en un contexto político tan delicado. Para Andrew Alford, presidente de la división de radio y televisión de Nexstar, mantener al presentador en pantalla no iba en línea con el interés público.
Con esto, quedó claro que no solo ABC sino otras cadenas están dispuestas a marcar distancia. La jugada muestra la fragilidad de los programas nocturnos en un momento en el que la televisión tradicional ya enfrenta retos financieros y de audiencia.
Un Debate Que Va Más Allá De Jimmy Kimmel
El caso de Jimmy Kimmel se suma a una larga lista de tensiones entre presentadores de televisión y el presidente Trump. El humorista ha sido blanco de sus críticas desde hace años, pero ahora la disputa alcanzó un nuevo nivel. La suspensión abre interrogantes sobre los límites entre sátira política y censura directa.
Algunos analistas recuerdan que no es la primera vez que ocurre algo parecido. En 2024, la cadena CBS enfrentó un acuerdo polémico con Trump tras sus quejas contra el programa 60 Minutes. En esa ocasión, se habló de presiones sobre la libertad editorial y de concesiones hechas para evitar bloqueos regulatorios.
Además, el anuncio de que el programa de Stephen Colbert terminará en 2026 reavivó los temores sobre un patrón: cadenas televisivas que se alinean con presiones políticas disfrazadas de decisiones financieras. Aunque en ese caso se argumentó que era una medida económica, la sospecha de censura sigue latente.
En este escenario, la suspensión de Kimmel no parece un hecho aislado. Para algunos, es un reflejo del estado de la televisión nocturna en Estados Unidos, atrapada entre la presión política y la caída en audiencias.
Lo cierto es que la última palabra aún no está dicha. Personas cercanas al presentador señalaron que no ha sido despedido y que la cadena pretende dialogar con él antes de cualquier retorno. Mientras tanto, el debate sobre la libertad de expresión sigue abierto y las reacciones siguen creciendo.