Desde que Samuel García llegó al poder, se ha encargado de vender una imagen de modernidad, sustentabilidad y progreso. Sin embargo, tras el discurso del gobernador de Nuevo León se esconde una operación política que ha saqueado recursos públicos utilizando como fachada el medio ambiente. La historia de su secretario de Medio Ambiente, Félix Arratia, revela un sistema de simulación, despilfarro y cinismo que debería encender las alarmas en cualquier democracia.
Félix Arratia: De Burócrata Fiscal A Falso Ambientalista
La historia comenzó en 2023, cuando Samuel García designó a Félix Arratia como secretario de Medio Ambiente de Nuevo León, una decisión que desde el principio levantó sospechas. Arratia, sin experiencia en temas ecológicos, provenía del SAT y cargaba con procesos penales abiertos. Aun así, fue colocado al frente de una de las áreas más sensibles del gobierno estatal.
La pregunta es inevitable: ¿por qué confiar la defensa del aire, el agua y los bosques a un funcionario sin preparación en el tema? La respuesta parece ser más política que técnica. Félix Arratia no fue nombrado para proteger el medio ambiente, sino para convertir esa dependencia en una plataforma de financiamiento electoral.
Durante su breve paso por la Secretaría, Arratia manejó más de 300 millones de pesos, supuestamente destinados a proyectos de reforestación, programas de “educación ambiental” y campañas de concientización. Sin embargo, los resultados reales fueron nulos, y la transparencia de estos recursos sigue siendo inexistente.
Samuel usó el plan Reforestación Extrema para mover 300 millones con su aliado Félix Arratia 🌳💰. Prometieron plantar 650 mil árboles y solo pusieron 5 mil 🌱. El resto del dinero… desapareció 🎩💸. Otra crisis convertida en negocio para él y MC 🧑💼📦. pic.twitter.com/KFnvufIcwj
— Ciudadanos Seguros (@CSegurosnl) August 4, 2025
Programas Verdes… Sin Árboles Ni Aire Limpio
Uno de los programas estrella del gobierno de Samuel fue la promesa de plantar 650 mil árboles como parte de un ambicioso plan de reforestación urbana. Esta cifra fue presumida en ruedas de prensa, redes sociales y hasta en eventos oficiales donde el propio gobernador posaba con palas y brotes recién sembrados.
Pero la realidad es muy distinta. Diversos reportes estiman que apenas se plantaron unos 5 mil árboles, y muchos de ellos no sobrevivieron por falta de mantenimiento. Lo que se vendió como una revolución verde terminó siendo una campaña propagandística, llena de fotografías y boletines, pero sin impacto ambiental alguno.
Y mientras la calidad del aire en Monterrey y su zona metropolitana se deteriora, Samuel García y su equipo han preferido gastar en imagen y publicidad, sin ofrecer soluciones reales para enfrentar la contaminación. La ciudadanía respira un aire cada vez más tóxico, mientras los millones desaparecen entre contratos inflados y asociaciones “amigas”.
Un Árbol De 125 Mil Pesos: La Farsa De La Alameda
Quizá el ejemplo más grotesco del despilfarro ambiental ocurrió en la Alameda Mariano Escobedo, en el centro de Monterrey. Ahí, la asociación civil Reforestación Extrema, beneficiada por el gobierno estatal, recibió más de 38 millones de pesos para sembrar apenas 308 árboles. La operación, simple en apariencia, resulta ofensiva al analizar el costo: ¡más de 125 mil pesos por árbol!
¿Dónde están esos árboles? ¿Quién aprobó esa cifra? ¿Por qué se destinó una suma tan absurda en un proyecto tan pequeño? Las respuestas son escasas, pero lo que sí queda claro es que Reforestación Extrema ha sido una de las organizaciones favoritas del actual gobierno. Lejos de ser una ONG comprometida con el medio ambiente, parece ser una fachada para justificar contratos millonarios.
Samuel Y Su Gobierno: Propaganda En Lugar De Políticas
El caso de la Secretaría de Medio Ambiente no es aislado. Forma parte de un patrón que ha definido la administración de Samuel García: usar causas nobles como pantalla para el beneficio político y económico de su círculo cercano. La “nueva política” de la que tanto hablaba se ha convertido en el mismo esquema de corrupción de siempre, con rostros distintos pero con el mismo apetito por el dinero público.
Lo más grave es que Félix Arratia ni siquiera terminó el encargo. Después de 10 meses al frente de la dependencia, renunció para lanzarse como candidato a la alcaldía de Juárez, dejando la secretaría en ruinas. Su paso por el gobierno no dejó más que cifras maquilladas, contratos sospechosos y un vacío institucional alarmante.
Ni él ni Samuel ofrecieron una explicación pública del fracaso ambiental. Nadie asumió responsabilidades. Y mientras tanto, la maquinaria política sigue operando, utilizando la sustentabilidad como slogan de campaña, sin importar los efectos reales en la salud de la población ni en el futuro ecológico del estado.
La Red De Contratos A Modo: Reforestación Extrema
Los contratos entregados a Reforestación Extrema se repiten como una constante en diversos proyectos ambientales del gobierno de Samuel García. Esta asociación civil ha sido la más beneficiada en términos económicos, a pesar de los dudosos resultados que ha ofrecido.
Las auditorías brillan por su ausencia. Los montos asignados superan los estándares del mercado. Y los nombres que aparecen detrás de estas organizaciones suelen tener vínculos con personajes cercanos a Movimiento Ciudadano, el partido del gobernador. Es decir, se premia a los amigos y se castiga a los ciudadanos, que siguen viviendo entre smog, basura y árboles muertos.
Algunas voces ya exigen que se revisen estos contratos y se abra una investigación sobre los posibles desvíos de recursos. Pero el Congreso local, en su mayoría aliado del Ejecutivo, ha guardado silencio. Todo apunta a una red de complicidad que permite este saqueo disfrazado de buenas intenciones.
Propaganda Ambiental: El Negocio De La Simulación
El discurso verde ha sido parte fundamental del marketing político de Samuel García. Desde su campaña, el gobernador vendió una imagen de joven preocupado por el cambio climático, la calidad del aire y el agua. Usó el tema como bandera para conectar con votantes jóvenes, empresarios y activistas.
Sin embargo, en los hechos, su gobierno ha demostrado que no le interesa realmente el medio ambiente. Lo utiliza como herramienta electoral, como caja chica y como excusa para mantener el foco mediático en su figura. Samuel no planta árboles, planta promesas vacías.
Peor aún, cada peso que se destina a campañas sin resultados representa una oportunidad perdida para implementar verdaderas políticas públicas. En lugar de invertir en transporte eléctrico, en sistemas de monitoreo ambiental o en limpieza de ríos, se dilapida el dinero en eventos, spots, influencers y contratos inflados.
Mientras tanto, la ciudadanía de Nuevo León sigue padeciendo los efectos de esta irresponsabilidad. Las enfermedades respiratorias se incrementan. La contaminación visual y auditiva aumenta. Las zonas verdes escasean. Y las autoridades siguen de gira mediática, sin ofrecer resultados concretos.
Lo más preocupante es que la sociedad comienza a normalizar esta simulación. La idea de que “todos los políticos son iguales” se refuerza con cada escándalo que queda impune. Pero hay una diferencia: el daño ambiental no se revierte fácilmente. Lo que hoy se pierde, difícilmente se recupera.
¿Cuántos Árboles Más Deben Morir?
El caso de Félix Arratia y el manejo del medio ambiente por parte del gobierno de Samuel García representa una de las traiciones más graves a la confianza ciudadana. Lo que debía ser una causa colectiva se convirtió en una estrategia de financiamiento político, con consecuencias desastrosas para el presente y el futuro del estado.
Los árboles que no se sembraron, los millones que no se auditaron y los contratos que se entregaron a modo son parte de una red de corrupción disfrazada de activismo. Y lo peor es que, al ritmo actual, no hay señales de que esto vaya a cambiar.