En un caso que ha conmocionado a Argentina, la enfermera Brenda Agüero, de 30 años, fue condenada a prisión perpetua por asesinar a cinco recién nacidos mediante inyecciones letales de potasio e insulina. Los crímenes ocurrieron en el Hospital Neonatal Ramón Carrillo de la ciudad de Córdoba entre marzo y junio de 2022. Además, tres altos funcionarios del hospital y un exsecretario de Salud provincial fueron sentenciados a penas de prisión por encubrir estos homicidios que estremecieron al país.

Cinco muertes en pocos meses
El primer deceso se registró en marzo de 2022 y, en un principio, fue considerado una muerte súbita. Sin embargo, conforme se acumularon los casos, comenzaron a surgir sospechas entre el personal médico. La segunda muerte, también catalogada inicialmente como súbita, ocurrió semanas después. No fue hasta los fallecimientos casi simultáneos de dos bebés en junio que el patrón se volvió evidente y dos neonatólogas decidieron dar aviso a las autoridades judiciales.
La investigación reveló que los bebés, quienes habían nacido sanos y sin complicaciones, fallecieron por paros cardíacos provocados por hiperpotasemia, es decir, un exceso de potasio en sangre. Las autopsias confirmaron que se trataba de homicidios premeditados, ya que no se hallaron fallas de protocolo ni contaminaciones accidentales. Fue entonces cuando el Ministerio Público intervino y comenzó a reunir pruebas en torno a la enfermera Agüero.
Modus Operandi de Enfermera
Las declaraciones de los familiares de las víctimas fueron fundamentales para esclarecer los hechos. Relataron que Brenda Agüero se llevaba a los bebés con diferentes pretextos. En uno de los casos, la madre relató que la enfermera tomó a su hija para realizarle un chequeo sin dar mayor explicación. La niña falleció pocas horas después sin causa aparente.
Los registros hospitalarios comprobaron que Agüero se encontraba presente en el lugar de los hechos en cada uno de los episodios investigados. El fiscal del caso, Raúl Garzón, destacó que la enfermera seleccionaba intencionalmente a bebés sanos, que por su condición recibían menos monitoreo médico. Aprovechaba su experiencia en la aplicación de inyecciones y el acceso a medicamentos para perpetrar los homicidios.
Garzón subrayó que no se trataba de errores médicos ni negligencias, sino de actos deliberados y sistemáticamente ejecutados. Las pruebas demostraron que los bebés fueron inoculados con potasio e insulina, sustancias que alteraron sus funciones vitales hasta causarles la muerte.
Condena por homicidio y encubrimiento
Tras diez horas de deliberación, el jurado popular declaró culpable a Brenda Agüero por mayoría, condenándola a cadena perpetua por los cinco homicidios y ocho intentos de homicidio. Algunos de los bebés sobrevivieron a los ataques, aunque dos de ellos sufrieron secuelas permanentes debido a las sustancias administradas.
Durante el proceso judicial, Agüero mantuvo su inocencia. Incluso, en sus últimas declaraciones, acusó a las madres de actuar bajo un supuesto guion, minimizando los testimonios que la señalaban directamente. No obstante, la contundencia de las pruebas y la coincidencia en los relatos llevaron a la sentencia condenatoria.
Además de la pena impuesta a la enfermera, el jurado también sentenció a la exdirectora del hospital, Liliana Asís; al subsecretario de Salud provincial, Pablo Carvajal; al exsubdirector administrativo, Alejandro Escudero; y a la exjefa de Neonatología, Marta Gómez Flores. Todos ellos fueron condenados a penas de entre cuatro y cinco años de prisión por encubrimiento, al no haber actuado oportunamente ante los signos de alarma que presentaban los repetidos decesos.
Las familias exigen justicia
Durante el juicio, los familiares de las víctimas mostraron su dolor y enojo. Colocaron fotografías y dibujos de los pequeños frente a la sala de audiencias, visibilizando el sufrimiento ocasionado por las muertes. Al escuchar la sentencia, algunos estallaron en llanto y otros lanzaron insultos hacia los acusados, manifestando el profundo impacto emocional que el caso generó.
El caso de Brenda Agüero ha generado una fuerte reflexión en el sistema de salud argentino, especialmente en torno a los protocolos de control interno y la detección de comportamientos anómalos dentro del personal médico. Las autoridades reconocen que fue la valentía de dos neonatólogas la que permitió detener a la responsable antes de que más bebés perdieran la vida.
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